lunes, 5 de julio de 2010

El monumento a los conquistadores Montejo

Por Iván Vallado Fajardo

Me ha caído de sorpresa que el Ayuntamiento de Mérida levante un monumento a los conquistadores Montejo (parece que al padre y al hijo, al sobrino no). Pero me puede más y me asombra la mala calidad de los argumentos para tal obra. Ojala se tratara del trío. Habría menos problema.
Lo más importante que se tiene que tener en cuenta, y eso debe saberlo todo buen político, es que un monumento se hace a alguien que moralmente lo merece, que como ancestro nos enaltece, que es una figura destacada por su valentía, honor y por sus acciones irreprochables de “amor al prójimo” (somos de una cultura cristiana).
Los Montejo no cumplen nada de lo anterior. HOY sus acciones pueden considerarse genocidas, destructivas, opresoras, autoritarias, etc. Hoy México como país y Mérida como ciudad, pertenecen al siglo XXI. Las convicciones políticas y morales en común entre los ciudadanos, mínimamente tienen que ver con el respeto a los Derechos Humanos, con el derecho a la autodeterminación de los pueblos, con el respeto a las diferencias culturales. Por tanto, es de lo más absurdo que he oído en mi vida hacer HOY una estatua a unos indianos avorazados, sedientos de poder, fama y fortuna que dieron al traste con poblaciones indígenas que no les habían hecho nada y las cuales destruyeron sin miramientos.
Si estuviéramos en 1610 entendería el hecho. En esa época no había democracia, no había sistema liberal, no había declaratoria de autodeterminación de los pueblos y no había declaratoria de los Derechos del Hombre y menos de los Derechos Humanos. Había un gobierno extranjero, sometiendo por la fuerza de las armas, el terror y el azote a la población natural de “su” colonia, en donde la opinión de los indígenas no contaba, pues eran considerados “cómplices del Diablo”.
En 1610, el monumento a Montejo hubiera sido una parte más del proceso de etnocidio. El segmento dominante (criollos, blancos), debió de hacer la estatua del fundador de su ciudad, para marcar hacia donde se iba como sociedad: hacia una cristianización forzada, hacia una explotación económica en especie y en trabajo de los indígenas, en donde “lo indio” debería desaparecer (ser “borrado” dice literalmente, por ejemplo López Cogolludo) o asimilarse a lo que dictaban sus amos. Y más o menos así fue.
Pero visto desde HOY en nuestra sociedad mestiza, este pasado no es glorioso, sino vergonzoso. Muchos indios lograron sobrevivir y sus descendientes, aunque hoy son católicos, no sienten esa destrucción como algo maravilloso que se deba agradecer. Al contrario, es una triste y en muchas ocasiones repugnante historia de opresión y dolor humano. De despoblamiento de aldeas, de muerte generalizada, de castigos físicos nefastos, de violación de mujeres, de indios que se dejaron morir por desgane vital porque en la realidad colonial no tenían lugar para tener una existencia digna y tratar de ser felices.
Hoy, por lo menos supuestamente, todos los mexicanos tenemos derecho a una existencia digna y la oportunidad de ser felices, y por eso una sociedad moderna no debe erigir una estatua a unos conquistadores, cualesquiera que sean.
Que el Cabildo aprobara el proyecto sólo demuestra que la mayoría de los regidores que dieron su voto son ignorantes (“incultos” decimos aquí), que no tienen ni idea de lo que debe ser trascendente en una obra moral y política de esta envergadura. Su visión acaso les da para balbucear una idea elemental “es que fue fundador”. Y la pregunta es ¿y qué? El hecho de ser fundador no significa nada en sí mismo. Hitler fundó el III Reich y los judíos de hoy no van a poner su estatua en Tel Aviv. No son tontos. Julio Cesar fundó Germania romana y no veo que los berlineses hayan erigido una estatua al conquistador romano.
Montejo fundó una colonia con los desastres que ya mencioné y eso hoy no es moralmente positivo. Además la ciudad no se fundó sobre la nada, sino sobre otra ciudad maya (T’ho) que fue demolida. Sus piedras habrán servido para hacer los edificios coloniales, las casas de los conquistadores, la catedral, etc. Algo terrible hoy, pero que en ese tiempo era lo normal.
Hay que entender el pasado con la moralidad del pasado, pero después de haberlo hecho podemos reconsiderarlo, juzgarlo con nuestra moralidad presente y determinar si es algo digno de festejo o no. Y me parece que honrar HOY a un tipo que fundó una ciudad sobre los cadáveres de otros seres humanos no suena a gloria. En fin. Parece que la propuesta llega varios siglos tarde o inevitablemente es reaccionaria y autoritaria.
Pero quizá estoy divagando de más, porque el asunto no parece tratarse de Historia, de Moral o Filosofía, sino simplemente de gastar un dinero que el Ayuntamiento de hoy no quiere dejarle a los priístas de la próxima semana.
Si el reivindicar a los Montejo hubiera sido una verdadera convicción ideológica del PAN, ¿por qué las autoridades panistas dejaron pasar casi 20 años y esperaron hasta el último minuto para hacerla? Seriedad señores.
Tras ganar la primera vez la alcaldía de Mérida, Ana Rosa Payán erigió su monumento a las haciendas henequeneras. Otra tara conservadora, pero, bueno, se notaba una posición política, un compromiso ideológico, no una salida mediocre.
Existen otros personajes de esa época que podrían merecer tal monumento, los comentaré en una próxima colaboración.

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