lunes, 5 de julio de 2010

Monumento a los Montejo. ¿Compromiso histórico?

Por Iván Vallado Fajardo

El viernes 25 de junio se publicó en el Por Esto! una colaboración mía en al que dije que erigir un monumento a los conquistadores (Montejo) era absurdo. Sostuve también que quienes aprobaron el asunto (regidores del Cabildo) eran ignorantes que desconocían lo que había sido la conquista de Yucatán. Sabía, obviamente, que una nota periodística era insuficiente para que el alcalde adoptara una actitud sensata, y sabía que –por el orgullo o simple cerrazón- el monumento se inauguraría.

De cualquier modo, ya está hecho. Como han señalado varios interlocutores (el Dr. Yuri Balam, por ejemplo), somos el lugar donde en pleno festejo del bicentenarios de la Independencia y centenario de la Revolución se erige una estatua a un conquistador. ¡Qué pena! Por lo general, los pueblos erigen estatuas a sus libertadores, no a sus dominadores. Así, lo más florido de una mentalidad absurda y reaccionaria -que considera el pasado como mejor que el presente- ha salido a la luz pública y se ha materializado en un monumento.

Mis ocupaciones laborales me impide en este momento contar, como se debiera, las historias de estos conquistadores. Pero ante las “fuertes aseveraciones” que hice, me siento comprometido con los lectores, a mostrar algunas de “mis evidencias”, que es lo que me permitió opinar.

Entiendo que no es trabajo de “todo el mundo” saber el pasado con cierto detalle, ese es el trabajo de los historiadores. Por ello citaré un texto que debiera ser harto conocido, pues no es difícil de conseguir. La pregunta a responder es: ¿porqué NO debiera hacerse un monumento a los conquistadores?

El texto que sigue no es de un antropólogo moderno o indigenista recalcitrante. Fue tomado de quien diera más de treinta años de su vida a la evangelización y fuera Obispo de Yucatán de 1572 a 1579: Fray Diego de Landa. Por favor, léase con detenimiento lo que escribió sobre algunas acciones que hicieron los conquistadores:

"Que los indios recibían pesadamente el yugo de la servidumbre, mas los españoles tenían bien repartidos
los pueblos que abrazaban la tierra, aunque no faltaba entre los indios quien los alterase, sobre lo cual se
hicieron castigos muy crueles que fueron causa de que apocase la gente. Quemaron vivos a algunos principales de la provincia de Cupul y ahorcaron a otros. Hízose información contra los de Yobaín, pueblo de los Cheles, y prendieron a la gente principal y, en cepos, la metieron en una casa a la que prendieron fuego
abrasándola viva con la mayor inhumanidad del mundo, y dice este Diego de Landa que él vio un gran árbol cerca del pueblo en el cual un capitán ahorcó muchas mujeres indias en sus ramas y de los pies de ellas a los niños, sus hijos. Y en este mismo pueblo y en otro que se dice Verey, a dos leguas de él, ahorcaron a dos indias, una doncella y la otra recién casada, no porque tuvieran culpa sino porque eran muy hermosas y temían que se revolviera el real de los españoles sobre ellas y porque pensasen los indios que a los españoles no les importaban las mujeres; de estas dos hay mucha memoria entre indios y españoles por su gran hermosura y por la crueldad con que las mataron”.

¿Dónde están las acciones honorables? “Apocase la gente”, “quemar vivos”, “ahorcar mujeres y a sus hijos colgarlos de sus pies”. ¿Dónde están la valentía de estos caballeros?

"Que se alteraron los indios de la provincia de Cochua y Chectemal y los españoles los apaciguaron de
tal manera que, siendo esas dos provincias las más pobladas y llenas de gente, quedaron las más
desventuradas de toda aquella tierra. Hicieron [en los indios] crueldades inauditas cortando narices, brazos y piernas, y a las mujeres los pechos y las echaban en lagunas hondas con calabazas atadas a los pies; daban estocadas a los niños porque no andaban tanto como las madres, y si los llevaban en colleras y enfermaban, o no andaban tanto como los otros, cortábanles las cabezas por no pararse a soltarlos. Y trajeron gran número de mujeres y hombres cautivos para su servicio con semejantes tratamientos”.

Capturar hombres para su servicio, asesinar en masa, quemar vivos, cortar narices, brazos y piernas, pechos a las mujeres, ahogarlas en lagunas (cenotes) dar estocadas a los niños como si fueran toros de lidia o cortarles las cabezas en brazos de sus madres. ¡Oh, estoy extasiado del humanismo! ¡Oh, quiero agradecer a estos caballeros haber venido a civilizar estas partes!

Landa no cuenta lo anterior con orgullo, en cierto sentido lo denuncia. Y es tan negativo que no olvidó deslindar a Montejo de ello: “Se afirma que don Francisco de Montejo no hizo ninguna de estas crueldades ni se halló en ellas, antes bien le parecieron muy mal, pero que no pudo (evitarlas)". No sabemos si tal deslinde fue real o lo hizo simplemente para evitarse problema con las autoridades de su tiempo.

Como sea, ¿estas son las honorables acciones de los conquistadores? ¿Por esto la Mérida de hoy pagó con una estatua a los Montejo?

Dice Don Juan Francisco Peón Ancona, cronista de Mérida, (DY 27/06/2010): “Es una realidad que los Montejo y sus compañeros de conquista son ilustres abuelos de los yucatecos, infinidad de los cuales, de diferentes clases sociales, llevan en sus venas la sangre de aquellos ilustres personajes. Revele usted a cualquier yucateco el parentesco que lo une con Montejo y verá brillar sus ojos de satisfacción, aunque algunos “no les convenga” manifestarlo. Cosas de complejos histórico-sociales.”

Gracias a Dios, yo “cualquier yucateco”, aunque blanco, barbado y pelón, no tengo ese nexo. Y si lo tuviera, no sería motivo de orgullo. No rechazo mis raíces hispanas, ni mayas, soy yucateco, pero en mi opinión, hay que ser retrazado moral o genocida (de calibre nazi) para vanagloriarse de lo que los conquistadores hicieron. Cosas de complejos histórico-sociales.

1 comentario:

  1. Cuando leo tus claras, concisas y contundentes opiniones se me olvida lo difícil que es hablar de este tema con varios yucatecos adultos inteligentes, de muy buenos sentimientos y cuya honradez he verificado , pero tristemente ignorantes en este rubro,comprometidos y cegados con el recuerdo emocional de lo que escucharon de niños en sus escuelas,manifestando aún una dependencia infantil al repetir con el mismo aire y tono que debe haber usado la maestra: ¡Don Francisco de Montejo!!El fundador de Mérida! (y no se si la maestra olvidó enseñar o ellos no prestaron atención pero no pueden decir que pasó antes, durante ni después de esa frase entre signos de admiración). Si bien es cierto que no es trabajo de todos el conocer a fondo la historia, si considero que es una falta grave de educación el asociar este movimiento a trasfondos políticos partidistas y ni siquiera tener las herramientas históricas para reflexionar sobre otros puntos de vista. Actualmente un niño yucateco difícilmente repite siquiera la frase entre signos de admiración, muchos niños yucatecos ni saben quien es Francisco de Montejo pero lo escuchan nombrar varias veces y ahora lo contemplan seguido en su monumento, formando en su inconsciente asociaciones de algún modo heroícas. Es esta ingenuidad y pasividad yucateca la que me crispa, me preocupa y por momentos me invita a mirar a otro lado,"yo no vi nada", pero entonces miro a los niños tan queridos para mí ,platico con ellos y veo lo mucho que no saben y lo mucho que aprenden de los medios masivos y como sin darse cuenta, sin que los grandes "hagamos nada malo", sin que "digamos nada malo pero tampoco nada bueno", crecen sin información de sus orígenes, carentes de criterio y vulnerables a cualquier influencia llámese racismo, discriminación, intolerancia o llámese como se llame.

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